Más allá de la algarabía que muestran las películas, Patricio Mas, un rugbista que emigró a Estados Unidos, asegura que la vida universitaria allí está repleta de desafíos. El idioma, la convivencia y la competencia deportiva fueron algunos de los retos que debió superar desde que se instaló en Lindenwood University de Saint Charles, Missouri.
Con el objetivo de estudiar Administración de Empresas, “Pato” había llegado al país de las barras y las estrellas en 2020. Ni bien puso un pie en su nuevo hogar, apareció la primera barrera que debió superar: el idioma. “Antes de ir había rendido un par de exámenes que me pedían para tener la beca, pero no hablaba bien el idioma. Me acuerdo que hubo ocasiones en las que el técnico me pedía que hiciera ciertos movimientos y no entendía nada. Le tenía que pedir a los otros compañeros argentinos que me expliquen que me quería decir. Ahora me siento mucho más cómodo. Si sale todo como tengo previsto, el año que viene me recibo”, confesó el pilar derecho de 21 años.
Los retos no iban a terminar allí. La convivencia con sus compañeros de otras nacionalidades produjo varios choques culturales que derivaron en largas discusiones. “Cuando llegué, compartía cuarto con un par de sudafricanos que tenían un modo de vivir distinto al nuestro. El gran problema era la limpieza. Yo no les decía nada, pero mi compañero argentino se cansó de reprocharle por la poca higiene que tenían. Era muy difícil convivir con ellos. Por suerte, ahora somos cuatro argentinos que nos entendemos”, contó.
Esas diferencias no se quedaron en la residencia. A pesar de que lleva tres años, el rugbier confiesa que no pudo entablar grandes relaciones con los norteamericanos. “No sé si son mis amigos con los que comparto equipo, pero todos son muy fríos. Es un gran contraste con lo que conocía en Tucumán. No existe eso de joderse o molestar entre amigos”, dijo, asegurando que dentro del mismo plantel existe una gran competencia por lograr la titularidad en el primer equipo. “Somos un plantel de 100 jugadores en el que la mayoría está becado. Está bueno que compitamos porque nos hace mejores. Pero, la otra cara de la moneda es que siempre intentan sacarte ventajas en el gimnasio o en la cancha. Tampoco faltan aquellos que te dan un golpe de mala fe para dejarte afuera varios meses”, aseguró, recordando su vivencia en Universitario, el club en el que se formó desde niño. “Jugué toda la vida con los mismos amigos y había ciertos códigos para cuidarse. Aquí llegué con 18 años y tuve que adaptarme por ser el más chico y a hacer lo que dicen los más grandes. Además jugaba muy pocos minutos”.
A la hora de realizar una comparativa entre el nivel de juego de ambos países, Mas asegura que el juego yanqui es más “rústico” en comparación con el argentino. “Es más de contacto que de fluidez de pelota. Nosotros, los forwards, nos golpeamos constantemente. Lo que más destaco es que hay gente que es gigante físicamente por lo que son buenos tackleando, aunque se nota la falta de desarrollo en las destrezas. Eso hace que haya partidos que sean inmirables”, expresó, destacando que su experiencia en el extranjero lo ayudó a crecer físicamente.
Otro escollo que encontró en su experiencia norteamericana fue la alimentación, ya que confiesa que se debe tener una gran fuerza de voluntad para resistirse a las “tentaciones”. “El comedor está repleto de lugares de comida rápida que siempre aparecen como opciones para el almuerzo. Pero, siempre opto por comer en el buffet. Como soy deportista intento mantener una alimentación balanceada. Además debo cuidarme porque cada dos semanas nos están realizando chequeos médicos para controlar nuestro peso”, dijo.
Por otro lado, “Pato” asegura que tiene ciertas facilidades por su condición de “estudiante-atleta”. “Tenemos un tutor que nos ayuda a estudiar o hacer las tareas. Eso es una exigencia del equipo porque para jugar tenés que tener un promedio mayor a dos en la escala de cuatro puntos. Además, para aprobar, te tienen que calificar con una “C” que sería el equivalente a un siete”, describió. “No se reduce a la nota de un parcial. Lograr esa nota es el resultado de distintas notas que vas teniendo entre tareas, trabajos prácticos y una que otra evaluación”, resaltó en relación al método evaluativo utilizado en las universidades norteamericanas.
Si bien confiesa que intenta cuidarse al máximo, Mas describió su experiencia en las fiestas universitarias. “El descontrol se vive más en las universidades grandes. Una vez fui a Ohio State University a visitar a un amigo y salimos a una fiesta de una fraternidad. Fue un descontrol total por la cantidad de alcohol que había”, explicó, añadiendo que lo bueno de la noche ‘yanqui’ es que termina más temprano que en Argentina. “Empieza a las 20 y termina alrededor de las 1. Eso ayuda a que te recuperes para ir a clases, ja ja ja”.
Por último, Mas asegura que de vez en cuando se llena de nostalgia al recordar su vida en Tucumán. “Hay muchas cosas que extraño. En relación a lo deportivo, quiero volver a tener esos tercer tiempo con mis amigos y mi familia. También me gustaría estar para mis hermanos, que son más chicos”, indicó, sin descartar la posibilidad de regresar al país una vez que finalice sus estudios. “No tengo definido si me quedaré acá a trabajar o me volveré. Allá tengo todo porque están mi familia, mi club y mis amigos. Pero aún queda tiempo para analizar”, concluyó.